Carta abierta a nuestros asociados

A medida que se va recuperando la normalidad en las carreteras, centros de transporte, áreas industriales, fronteras y puertos, resulta obligado echar la vista atrás para hacer balance y reflexionar sobre todo lo sucedido en nuestro sector durante la última quincena del mes de marzo, tras la convocatoria del llamado Paro nacional indefinido.

Pese al total respeto por el sentir de aquellas empresas y autónomos que decidieron detener su actividad en una situación muy difícil, casi agónica, a la que todos nos hemos visto abocados por la subida desmesurada de los carburantes, como organización empresarial con más de 40 años de historia en los que se han adoptado decisiones muy complicadas y en momentos muy duros, consideramos desde el principio que plantearse este tipo de actuaciones era totalmente inadecuado.

Apostamos en cambio por el diálogo riguroso y la negociación intensa con el Gobierno de nuestro país. Fuimos conscientes de que vivíamos uno de los peores momentos en la historia reciente para las economías española y europea en su conjunto, terriblemente sacudidas por el conflicto de Ucrania, por no hablar de la economía asturiana y su industria, afectadas como pocas por el precio de la electricidad y los combustibles.

Además, los principales objetivos con los que se adornaron las proclamas en favor del paro estaban ya prácticamente plasmados en el BOE y convalidados por el Congreso de los Diputados días atrás, sin un solo voto en contra por parte de los distintos grupos políticos del arco parlamentario, respondiendo a las peticiones del Comité Nacional del Transporte y que las organizaciones que legítima y democráticamente lo componen habíamos demandando en diciembre del 2021.

Efectivamente, estábamos y estamos ante problemas estructurales graves, pero un sector que ha demostrado ser ejemplar, esencial y reconocido durante años, especialmente en los últimos ejercicios por su responsabilidad en plena crisis del Covid, no puede ni debe deteriorar su imagen con una espiral de violencia como hemos vivido, concretamente en Asturias, que ha tenido el dudoso honor de mostrarse como una de las comunidades donde se han producido más incidentes y actos violentos contra la integridad de las personas.

Protagonizamos una prolongación del paro estúpida que no ha servido más que para perjudicar nuestra maltrecha economía y arruinar a decenas de empresas. Cada una de esas ruedas rajadas, como denunciamos desde Asetra y CETM, supone 600 €, una luna 500 €, un toldo 3.000 €, las mangueras de los frenos 1.500 €. Hablamos de pérdidas millonarias que arruinan aún más a quien las sufre, sobre todo si se trata de una pequeña empresa como son la mayoría de nuestros asociados, por no hablar de los portes perdidos, posibles contratos y obligación de cláusulas indemnizatorias.

Pero además de todo esto, muchos se olvidaron de que detrás de un camión, de una luna y de un volante, había personas. Colegas y compañeros con los que has compartido rutas y miles de kilómetros, que sienten y padecen la mayoría de tus problemas. Quizás esto haya sido lo más decepcionante y por lo que fue obligado demandar durante días la intervención de las fuerzas de seguridad del Estado.

Por no hablar de los insultos recibidos, injurias y falacias divulgadas de continuo a través de los medios y de las redes sociales. Comunicaciones que dicen menos de quien las emite que de quien las recibe. Plagadas de demagogia, de faltas ortográficas y de profundo desconocimiento de la realidad del sector en muchos de los casos:

  • Demonizar figuras como la de los operadores, empresas que gestionan todas las operaciones marítimas, ferroviarias y por supuesto las de transporte por carretera desde o hacia los centros de distribución es desconocer totalmente ya no por donde va el futuro del sector sino su propio presente, al ser piezas imprescindibles en la logística que se desarrolla en cualquier país de Europa.
  • Insultar permanente a las empresas que son tus propios clientes es ridículo, además de la peor estrategia de mercado que se haya visto jamás.
  • Y por último, jugar con la desesperación de la gente es realmente indigno.

 

No se nos oculta que estamos inmersos en grandes procesos de cambio. Además de la coyuntura internacional, cambios irreversibles van a afectar a toda la actividad productiva tradicional, pero también se van a producir nuevas oportunidades de negocio para los emprendedores y empresarios que realmente quieran hacerse con un buen mercado.

Un empresario es alguien capaz de sortear las dificultades y de navegar en aguas turbulentas, pero si un empresario no alcanza a tener los rendimientos suficientes y no logra hacer frente a sus responsabilidades económicas o laborales, tampoco pasa nada. En estos momentos, se están demandando más de 120.000 nuevos puestos de trabajo en nuestro sector, en gran parte debido a la digitalización y a los efectos del comercio electrónico. Un buen conductor, y solo en Asturias hay centenares de magníficos profesionales, no va a tener problema alguno para trabajar ni en España ni en ningún lugar de Europa, con un salario absolutamente digno, asegurándose una remuneración mejor incluso que aquella que le genera la propia actividad que desarrolla como autónomo. No es ninguna deshonra.

Finalmente, no quisiera concluir esta carta, sin manifestar mi más profundo agradecimiento a todos vosotros. A los trabajadores de Asetra, en primer término y muy especialmente a su Junta Directiva, cuyos miembros estuvieron en todo momento aquí, dando la cara en los medios y en la carretera; tras los teléfonos, los WhatsApp y las reuniones, apoyando a bloque las decisiones que íbamos adoptando en Madrid, y por supuesto a todos nuestros asociados, representados en la Asamblea General que celebramos pocos días antes de estallar el conflicto.

Gracias a los que se mantuvieron firmes en su condición de empresarios y siguieron adelante cada mañana pese a las acciones de los piquetes, conscientes de que esta valiente decisión podía suponer graves pérdidas monetarias o personales; y también a los que optaron por parar sus camiones por motivos económicos reales, que comprendimos desde el minuto uno, porque el miedo es libre y la escasez aprieta, pero supieron respetar el derecho de los demás al trabajo y finalmente fueron los primeros en incorporarse progresivamente a la carretera.

Vamos ahora a por un nuevo mes de abril. Nuestro trabajo no acaba aquí, ni mucho menos, pero estoy completamente seguro de que saldremos incluso reforzados de esta crisis, tanto nuestra organización como los verdaderos empresarios o autónomos que por supuesto se tengan como tales. La unión va a ser aún más palpable tras hacer frente a una crisis sin precedentes en la que todos nos hemos visto tan bien las caras, las capacidades, los protagonismos y hasta los intereses más palmarios.