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Llegó Enero, soplándose los dedos
Como dice el viejo refrán castellano,
Enero ha entrado de lleno en nuestras vidas, soplándose los dedos.
Con mucho frío y sobre todo con muchas inquietudes en el horizonte.
La reciente elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, independientemente de las razones por las que su discurso haya calado y “sea bendecido” por gran parte de su ciudadanía, anuncia una política arancelaria muy proteccionista de la que Europa, y sobre todo su industria, no van a salir en nada beneficiadas.
Nuestro continente, como leemos en el informe Draghi, presenta en la actualidad enormes lagunas en su Estado de bienestar, que corren el riesgo de traducirse en breve en recortes y crisis social, a falta de competitividad y pujanza industrial.
Sólo por poner un ejemplo, en nuestra jornada sobre Sostenibilidad celebrada a finales de noviembre en Gijón, el presidente del Comité Nacional del Transporte fue muy claro: “No estamos en contra de descarbonizar las flotas, estamos en contra de las prisas que nos quieren imponer”, lo que me hace una vez más reflexionar sobre si la prisas en materia de Transición Ecológica, cierre de Centrales y cerril apuesta por la movilidad sostenible en Europa han ido más allá de lo recomendable, sobre todo en el contexto internacional actual marcado por la competencia de chinos, americanos, rusos o saudíes.
Por lo que se refiere a nuestro país, y las previsiones de crecimiento del gobierno y el FMI, permitid que siga siendo un tanto escéptico pues los datos que manejamos en la patronal sectorial nacional siguen sin reflejarlo y hace tan sólo unos días, otra patronal no sospechosa de frentismo, como puede ser la Federación Vizcaína del Metal anunciaba la debilitación de su industria, con los peores datos de actividad de los últimos años.
Está claro, por tanto, que el sector industrial pasa por horas bajas tanto el continente como en nuestro país, aún a sabiendas de que muchas de las economías locales aún no están preparadas para afrontar los cambios que desde las altas y burocratizadas esferas se anuncian, mientras aumenta el paro y se agranda la brecha social.
Llegado este punto, de Asturias, como digo siempre, casi prefiero no hablar, situada el epicentro justo de esa tormenta energética y arancelaria, con la mayor parte de nuestras empresas cabecera afectadas de pleno.
Nuevo año, pero viejos problemas. Más de lo mismo. Eterno bypass por cierto, que seguimos soportando.